Lo que encontré en el bordado japonés
Llegué al bordado japonés en un momento en el que necesitaba parar. No solo físicamente, también mental y creativamente. Me sentía absorbida por la exigencia constante de producir, de avanzar, de innovar. Y sin darme cuenta, estaba perdiendo algo fundamental: el disfrute de crear con las manos, de entender el proceso como parte esencial de la pieza.
Había leído sobre el Sashiko, esta técnica tradicional japonesa de bordado. Me llamó la atención su apariencia repetitiva, su sencillez formal, su carácter meditativo. Decidí probar sin muchas expectativas. Compré hilo, tela e hilo blanco, y me puse a bordar.
La sorpresa llegó rápido: no era tan sencillo como parecía. No por la dificultad técnica, sino porque el bordado japonés me pedía otra cosa. Me pedía atención. Me pedía lentitud. Me obligaba a parar, a respirar, a observar. Era como si el hilo me dijera: aquí no puedes correr.
Aprender a estar en la puntada
Una de las enseñanzas más poderosas de esta técnica es su invitación a la repetición consciente. El Sashiko no busca el virtuosismo. No hay florituras. Solo puntadas rectas, con distancias y ritmos constantes. Pero en esa repetición sucede algo muy poderoso: la mente se calma, el cuerpo encuentra su propio compás, y la mirada se entrena para lo pequeño.
El bordado japonés me enseñó a ser más lenta. A disfrutar de cada punto, aunque no fuera perfecto. A no apresurarme por llegar al final. A aceptar los pequeños errores como parte del camino. En un mundo que nos empuja a hacer más, más rápido, esta técnica me dio la excusa perfecta para hacer menos, pero con más sentido.
Con el tiempo, esa práctica se fue filtrando a otras áreas de mi trabajo. Desde el diseño de mis piezas textiles únicas hasta la forma en que imparto mis talleres creativos, el ritmo pausado del Sashiko está presente. Es como un latido que acompaña todo lo que hago en Teresa Entretejidos.
De la práctica a la enseñanza
Cuando decidí abrir al público mi taller de bordado centrado en esta técnica, supe que quería transmitir mucho más que puntos rectos. En mis sesiones de bordado japonés en Madrid, enseño lo esencial: cómo preparar la tela, cómo marcar las guías, cómo mantener la regularidad. Pero lo que más compartimos es ese espacio de pausa, de conexión con el hacer.
El taller incluye la creación de un muestrario con diferentes tipos de puntadas tradicionales, que luego se traducen en un pequeño proyecto final. Lo que me emociona es ver cómo cada persona borda a su ritmo, y cómo, al finalizar, se sorprenden de lo que han conseguido. Porque más allá del resultado, lo valioso ha sido el trayecto.
Puedes consultar la programación de este taller y el resto de experiencias en mi web, dentro de la sección de talleres creativos.
Bordar también es respirar
Bordar, y más aún el bordado japonés, se ha convertido para mí en una forma de respirar mejor. En una práctica silenciosa que me reconecta con mis ideas, con mis manos, con el tiempo. Este tipo de bordado no se impone: se repite, se adapta, se transforma.
También ha influido en otras líneas de trabajo como el bordado sobre papel, donde aplico la lógica del ritmo y la contención aprendida en el Sashiko. Incluso cuando desarrollo propuestas de arte textil o nuevas piezas dentro de mis colecciones de diseño textil, esa sensibilidad está presente: menos es más, lo pequeño importa, lo lento permanece.
Además, compartir esta técnica en mi estudio en la zona del Retiro, en Madrid, me ha permitido conectar con muchas personas que llegan buscando eso mismo: un espacio de calma, una técnica que no exige resultados inmediatos, una forma de expresión simple y bella.
Un hilo que te cambia
El bordado japonés cambió mi manera de trabajar, pero también mi manera de estar. Me ayudó a valorar de nuevo lo artesanal, lo lento, lo repetitivo como forma de conocimiento. Y me hizo querer compartirlo con otras personas.
Hoy sigue siendo una de las técnicas que más disfruto enseñar. Por lo que aporta, por lo que enseña y por la comunidad que genera. Quienes vienen a mi taller no solo aprenden a bordar: muchas veces descubren otra forma de mirar su tiempo, su cuerpo y su creatividad.
En mi web puedes ver todas las fechas disponibles y otros talleres como el de alpargatas, el de coser a máquina o el de técnicas textiles. También comparto parte de mi proceso diario en Instagram, donde documento los pasos, los proyectos y la evolución del trabajo en el estudio.
El bordado japonés me enseñó a ser más lenta. Y eso, en un mundo que siempre nos empuja a correr, es un regalo que agradezco cada día.