Lo que aprendo escuchando a quienes vienen al estudio

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Cuando enseñar es también aprender: lo que me dan los talleres

Quienes han pasado por nuestro estudio lo saben: los talleres creativos de Teresa Entretejidos son más que clases. Son espacios compartidos donde las técnicas textiles se convierten en una excusa para algo más profundo: una conversación entre manos, materiales y personas. Lo que a veces no se cuenta es lo que ocurre al otro lado, en quien guía esos encuentros. Porque enseñar, para mí, es también una forma de aprender.

Escuchar como primera herramienta

Cada sesión comienza con la escucha. No con el hilo ni con la aguja, sino con la historia de quien entra por la puerta. A menudo llegan con ganas de aprender bordado japonés sashiko, bordado sobre papel o cómo coser a máquina. Pero también traen preguntas, dudas, ritmos diferentes.

Escuchar a quienes participan es el primer aprendizaje. Me recuerda que cada experiencia creativa es única, y que el diseño textil no se transmite igual a todo el mundo. Ahí empieza un proceso de adaptación, flexibilidad y apertura constante.

Improvisar, soltar el guion

Aunque las propuestas de cada taller estén pensadas con mimo, los imprevistos suceden. Y bienvenidos sean. A veces una persona descubre una nueva forma de bordar al equivocarse. A veces alguien combina hilos que yo jamás habría mezclado. En esos momentos, aprendo a soltar el control y a dejar que el proceso tome el mando.

El estudio se transforma así en un laboratorio vivo. Un espacio donde enseñar no es imponer una forma de hacer, sino acompañar un descubrimiento. Y eso me obliga a mantenerme en modo aprendiz.

Enseñar me conecta con el presente

Bordar, coser, componer… todo en el arte textil requiere atención. Pero cuando guío un taller, esa atención se amplifica: observo más, calibro mejor los silencios, leo entre líneas lo que no se dice. Los talleres me obligan a estar presente, a centrarme, a dejar fuera la prisa.

Esa es una de las cosas más valiosas que me llevo de cada sesión. No solo se enseñan técnicas textiles; se practica la pausa. Se afina la mirada. Se habita el tiempo de otra manera.

Las personas que participan también me transforman

Cada grupo que pasa por Teresa Entretejidos deja una huella distinta. Hay quien llega desde el diseño gráfico y trae un enfoque visual inesperado. Hay quien viene de la literatura y borda frases con sentido poético. O quien nunca ha hecho nada manual y descubre una nueva parte de sí misma.

Esa diversidad es una fuente de inspiración constante. Me hace pensar en nuevos formatos, nuevas combinaciones, incluso en cómo explicar mejor lo que hago. Enseñar bordado japonés, por ejemplo, me obliga a entenderlo mejor yo misma. Y eso es un regalo.

Un taller como espacio de cuidado mutuo

A lo largo de estos años, he comprendido que cada taller es también un lugar de cuidado. Cuidado por el proceso de creación, por los materiales, por quienes participan… y por mí misma. Enseñar me recuerda por qué empecé este camino: para crear con sentido, con atención, con propósito.

Por eso sigo apostando por los talleres creativos en Madrid. Porque más allá de lo que enseño, también me llevo algo valioso: nuevas miradas, nuevas preguntas, nuevas ganas de seguir creando.

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