Mis comienzos al aprender a coser a máquina
Recuerdo perfectamente el día que me senté por primera vez frente a una máquina de coser. No fue en un curso, ni con la guía de alguien experto. Fue en casa, sola, con más entusiasmo que técnica, con más intuición que conocimiento. Como muchas personas, yo también pensé que aprender a coser a máquina era cuestión de “ponerse y probar”. Y aunque sí, se aprende practicando, también me encontré con algunos errores que me hicieron ralentizar el proceso… y entenderlo de otra forma.
Con el tiempo, esos errores se convirtieron en valiosas lecciones. Hoy imparto un taller específico para aprender a coser a máquina, y una de las primeras cosas que digo es: equivocarse es parte del aprendizaje. Lo importante es aprender a mirar el error, no solo como algo a evitar, sino como un momento para entender la técnica, el material y a nosotras mismas.
1. Pensar que la máquina lo hacía todo
El primer error que cometí fue pensar que la máquina era una especie de aparato mágico. Una herramienta que, con solo apretar el pedal, haría las cosas por mí. Pronto descubrí que si no entendía cómo funcionaba —el enhebrado, la tensión, la elección de aguja e hilo— lo que tendría sería frustración.
Aprender a coser a máquina implica escucharla, ajustarla, entender el tipo de tela, el tipo de puntada, y asumir que no todas las máquinas se comportan igual. Este fue mi primer gran aprendizaje: la máquina no cose sola, somos un equipo.
2. Ir demasiado rápido
Este error lo cometen muchas personas que vienen a mis talleres creativos. El impulso por ver resultados rápidos hace que pisemos el pedal con fuerza, como si coser fuera una carrera. Y no lo es. Coser requiere pausa, observación, corrección constante.
La prisa solo me llevó a costuras torcidas, hilos rotos y mucha frustración. Aprendí a bajar el ritmo, a sostener la tela con suavidad, a observar cómo reacciona ante cada tipo de puntada. Coser es una práctica de atención.
3. Usar cualquier tela sin criterio
Al principio, usaba cualquier retal que encontraba por casa. Mezclaba tejidos sin entender cómo afectaban a la puntada o al arrastre. Telas demasiado finas, elásticas o gruesas, que requerían ajustes específicos que yo, por supuesto, desconocía.
Ese caos me enseñó algo fundamental: aprender a coser a máquina también es aprender a elegir materiales. Conocer las telas, saber cómo se comportan, cómo se cortan, cómo se sostienen… es parte esencial del proceso.
4. No valorar la preparación
Durante mucho tiempo subestimé la importancia de preparar bien el trabajo antes de coser: marcar las líneas, sujetar con alfileres, planchar. Pensaba que era tiempo perdido. Nada más lejos de la realidad. La preparación determina la calidad del acabado.
Hoy en día, cuando diseño mis piezas textiles únicas o desarrollo un nuevo proyecto de diseño textil, dedico el tiempo necesario a preparar cada paso. Porque una costura empieza antes de encender la máquina.
5. No confiar en mi intuición
Este quizá no es un error técnico, pero fue muy importante para mí. Al comienzo me guiaba únicamente por manuales o tutoriales, sin permitirme experimentar, probar, equivocarme. Poco a poco aprendí que la intuición también tiene un lugar importante.
Hoy enseño que aprender a coser a máquina no es solo seguir pasos: es entender lo que estás haciendo, cuestionarlo, ajustarlo a tu manera de hacer. No hay una única forma de coser bien.
Por qué enseño a coser a máquina hoy
Después de recorrer este camino, decidí crear un espacio específico para quienes quieren iniciarse en la costura sin tener que pasar por esos errores en solitario. En mi taller de aprendizaje a máquina no enseñamos patrones, ni corte y confección. Enseñamos a conocer tu máquina, a sentirte cómoda con ella, a disfrutar de coser sin estrés.
Este taller forma parte de las experiencias creativas que ofrezco en el estudio, donde también imparto sesiones de bordado japonés, taller de alpargatas, bordado sobre papel y mucho más, siempre con enfoque artesanal, artístico y respetuoso con el medio ambiente. Puedes ver todas las propuestas en mi web.
Coser me ha dado autonomía, ritmo, precisión. Me ha conectado con un legado familiar de mujeres que cosían con las manos, con los ojos y con la cabeza. Equivocarme fue necesario para poder enseñar hoy desde la experiencia, desde un lugar real, cercano y comprometido.